domingo, 15 de noviembre de 2009

¡AYUDA A TU PASTOR!

clip_image001“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1ª Tesalonicenses 5.12).

¿Por qué debes apoyar a tu pastor?

Primero debemos notar que el ministerio en que se ocupa es la voluntad de Dios, y es el mandamiento de Dios que cada creyente asista, apoye, y participe en una buena iglesia local. Simplemente es esencial. Los cristianos que creen que agradan a Dios sin esto ser parte de una iglesia local bajo un pastor, un hombre de Dios llamado a esto, pues, estas personas están muy desorientadas en la vida cristiana, y cómo es el ministerio. Una buena iglesia bíblica es céntrica y esencial en vivir la vida cristiana con éxito en este mundo.

Cada iglesia se define por sus ministros y el ministerio que ellos desempeñan allí. El ministerio clave y lo más importante es lo del pastor. Un buen hombre de Dios como líder y administrador de la iglesia hace toda la diferencia entre algo de gran bendición o una secta.

El ministerio es algo muy difícil. Primero, el trabajo de todos los pastores es de ministrar espiritualmente a su gente. El ministerio es siempre de tratar con problemas espirituales de los miembros, el pastor les ubica en el problema, les exhorta, les regaña cuando es necesario, o les consuela cuando es adecuado. Muchas ovejas muerden a sus pastores cuando su pastor trata de ayudarles espiritualmente.

“Me devuelven mal por bien, y odio por amor” (Salmos 109.5). A la verdad el salmista encontró exactamente lo que nos pasa en el ministerio. Servimos a Dios por medio de servir a los hermanos, y al final, ellos nos tratan mal por nuestro amor, sacrificio, y paciencia.

¿Qué manda Dios respecto a esto?

“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (Hebreos 13.7).

Debemos entender que el trabajo de pastor es de llevar una vida ejemplar para los demás de seguir. Debemos honrarles por su trabajo y sacrificio cuando ellos hacen bien su trabajo. Actualmente lo mejor que puedes dar a tu pastor es de seguirle espiritualmente. No hay mejor regalo que puedes darle. Cuando hay problemas, conflictos, tensión, no hay cosa más dulce que recibir unas palabras de apoyo de los miembros. Cuando hay sermones duros que causan a unos de enojarse y salirse de la iglesia, no hay cosa más alentadora que uno diciendo: “Pastor, siga predicando duro”.

“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1ª Tesalonicenses 5.12).

Hay una obligación espiritual: que cada cristiano reconozca a los líderes quienes “presiden” sobre nosotros. También debemos recompensar a nuestros ministros con el respeto que ellos merecen por su posición en el evangelio. Simplemente es de hacernos daño a nosotros mismos si les burlamos e insultamos. Luego nuestros niños toman la misma actitud, y después ellos no hacen caso a los ministros y esto causa daño espiritual en sus vidas. Debemos también llamarles “Pastor”, o “Hermano” y no llamarles por su primer nombre.

¿Cómo puedes honrarle y apoyarle?

“Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa” (Lucas 10.7).

“¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?” (1ª Corintios 9.7).

Vemos que Dios tiene el principio que sus obreros deben ser sostenidos por las donaciones voluntarias del pueblo de Dios donde ellos laboran. Los ministros deben vivir del evangelio, y no de un trabajo secular o por limosnera. Es la prioridad económica y no hay prioridad en edificios, misioneros, ni otros gastos antes de sus mismos ministros.

“Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?” (1ª Corintios 9.11). “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (v. 14).

“… ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento” (Mateo 10.10).

“El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye” (Gálatas 6.6).

“Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales” (Romanos 15.27).

Dios mandó que la obra de Dios funcione por medio de hombres de Dios quienes salgan en fe, creyendo que Dios va a proveer para sus necesidades, y que los fieles y maduros cristianos reconozcan esto, y sacrifiquen para que sostener sus ministros. No habla de la necesidad de los ministros, sino habla de una responsabilidad de cada miembro de la iglesia de dar a sus ministros para la obra que hacen, aún que lo necesite o no.

No hablamos de diezmo, sino de cubrir la obligación del ministro de sostenerse. Debe recibir un salario, algo adecuado para una persona de vivir de ello. Además de sus necesidades, debemos dar aunque tienen sus gastos básicos cubiertos. Dios ve cómo tratamos a nuestros ministros, y Dios luego nos trata a nosotros según lo que sembramos en nuestros ministros. Dios nos da igual como nosotros damos a su obra y ministros.

“No os engañéis: Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6.7).

¿Cuánto debemos darle?

Es interesante que los judíos tuvieron la regla de que no pudieron empezar una sinagoga sin tener diez familias en un área en apoyo a ella. Cada familia da un diezmo, entonces allí hay un salario promedio para el ministro. El diezmo del ministro paga para los gastos del edificio. Entre todos se sacrificaron aparte de sus diezmos (ofrendas) para comprar y edificar el edificio, si hay otros gastos.

Recomendaciones para cosas adicionales serán de darles algo aparte de lo esencial para tiempos difíciles y especiales en su vida, y tratar de darles extra en los gastos que tengan relacionados con el ministerio. Pablo les agradó a los de Filipos (Filipenses 4.16) cuando ellos le apoyaron así. Por ejemplo, muchas iglesias le dan a su pastor dinero para gasolina cuando hace visitas, una cuota para comprar libros para sus estudios, y aún para una computadora. A veces le ayudan a comprar un auto, o le ayudan con su renta o gastos médicos.

“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1ª Timoteo 5.17). “Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario” (v. 18).

Los miembros deben recordar que cualquier obrero va a ministrar inferiormente si padece necesidades y no recibe recompensa de sus labores. Dios exige esto de todos los que reciben servicios y beneficios de los obreros, y Dios condena a todo “empleador” quien no les paga a sus obreros justamente (Malaquías 3.5; Jeremías 22.13; Deuteronomio 24.14; Levítico 19.13).

“Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos” (Santiago 5.2-4).

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